El progreso de la civilización aportó muchos beneficios, como el crecimiento significativo de la expectativa de vida. En la actualidad hay un número mucho más grande de personas con edad avanzada y sobrevivientes de traumas y molestias degenerativas do que en cualquier época anterior, y esas personas son más vulnerables al dolor crónico y a diversos trastornos funcionales. Hoy, más que nunca, las personas están expuestas a altos niveles de estrés crónico, que llevan a elevadas tajas de incidencia de trastornos relacionados con la respuesta al estrés, que comprometen su calidad de vida.
El intenso progreso tecnológico amplió enormemente la posibilidad de solución para las condiciones médicas de emergencia, pero la mayor parte de las enfermedades que afectan a la gente, cuyo tratamiento no es quirúrgico, no son adecuadamente asistidas.
El término trastornos funcionales es usado para describir quejas subjetivas que son raramente asociadas con hallazgos físicos o de laboratorio, y para las cuales los tratamientos convencionales en general no tienen suceso [Kroenke K. 1990]. La verdad es que los trastornos funcionales, acompañados o no de dolor, son parte del cotidiano, con enorme incidencia en la población. Traen sufrimientos de grados variados, y son, frecuentemente, la base para el desarrollo de condiciones patológicas con cambios estructurales, además de los funcionales.
Síntomas comunes son importantes causas de utilización de servicios médicos. En un estudio en el cual se levantó la prevalencia de 15 síntomas de 410 enfermos ambulatoriales, y los tratamientos recibidos. Los individuos relataran cuales eran sus principales problemas de salud, y cual terapia – si había alguna – les fuera útil [Kroenke K., Arrington M.E,. Mangelsdorff A.D. 1990].
Fadiga y dolor lumbar fueran los más prevalentes, y de los individuos con fadiga, disnea, vértigos, insomnio, disfunción sexual, depresión, y ansiedad, solo 39% relataran cualquier alivio. La conclusión es que son necesarios mejores tratamientos para esas quejas comunes de los enfermos de ambulatorio.
En otro trabajo, la incidencia y la etiología probable de 14 síntomas comunes fueran estudiados [Kroenke, K.; Mangelsdorff, D. 1989]:
Síntomas | Ocurrencia | Etiología Probable (%) | ||
Orgánica | Psicológica | Desconocida | ||
Tos | 15 | 40 | 0 | 60 |
Edema | 45 | 36 | 0 | 64 |
Disnea | 37 | 24 | 3 | 63 |
Impotencia | 24 | 21 | 4 | 75 |
Apatía | 26 | 19 | 4 | 77 |
Vértigos | 55 | 18 | 2 | 80 |
Fadiga | 82 | 13 | 21 | 66 |
Dolor Torácico | 96 | 11 | 6 | 83 |
Dolor abdominal | 30 | 10 | 0 | 90 |
Cefalea | 52 | 10 | 15 | 75 |
Dolor lumbar | 41 | 10 | 0 | 90 |
Adelgazamiento | 18 | 5 | 28 | 67 |
Insomnio | 34 | 3 | 50 | 47 |
Constipación | 12 | 0 | 0 | 100 |
Total | 567 | 16 | 10 | 74 |
Una de las razones para la falta de resultados satisfactorios en el tratamiento del dolor y de los trastornos funcionales es que había, hasta muy recientemente, una carencia de conocimiento de los procesos neurobiológicos involucrados en la génesis y en la manutención de esas condiciones.
De una perspectiva contemporánea, las perturbaciones de la función del organismo son comprendidas como errores en el procesamiento de información en las redes neurales que componen los sistemas de auto-regulación.
El reconocimiento de las funciones del sistema nervioso en la manutención del estado estable del organismo abrió una nueva comprensión de las variaciones de la normalidad del organismo, y amplió las perspectivas de tratamiento.
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